Al esbozar el vínculo entre el bienestar infantil y el ambiente construido, esta sección aboga por las intervenciones de construcción que son sensibles a niños y niñas. Las investigaciones han demostrado una correlación entre el ambiente construido
y el bienestar de las y los menores: El “ambiente construido de un vecindario puede ser importante para reducir las dificultades de salud mental y aumentar la aptitud respecto de la salud mental en la infancia temprana” (Alderton et al., 2019). El diseño de un vecindario puede fomentar un sentido de seguridad, de identidad y pertenencia positivas, reducir las tensiones y proteger contra los síntomas del trauma en las y los menores (Akkesson y Denov, 2017, p. 140).
Save the Children señala que los espacios que animan a los niños y niñas a jugar, expresarse y socializar pueden ser clave para reducir el estrés, mejorar la resiliencia y el desarrollo positivo (Bartlett e Iltus, 2007). El acceso a la naturaleza y a los espacios públicos abiertos son importantes para la aptitud respecto de la salud mental y su asociación con menores problemas de salud mental (Alderton et al., 2019).
El ambiente construido contribuye a la capacidad de aprendizaje de los niños y niñas (Bartlett e Iltus, 2007). Para que el cerebro de un niño o una niña pequeño/a pueda desarrollarse bien, éste debe ser estimulado por “colores, texturas y formas, por la posibilidad de observar, tocar, imitar, experimentar y explorar… Un entorno seguro y estimulante es fundamental para garantizar que los niños y niñas tengan las oportunidades de juego que necesitan, de modo que cada día sea una oportunidad para aprender” (ibíd., p. 6).
Además, parece haber una relación entre el ambiente construido y el sentido de autoestima en las y los menores (Chawla, 2001). Por ejemplo, las personas menores de edad internalizan los elementos de destitución en el ambiente construido como un humillante reflejo de su propio valor como personas (ibíd.). Existen pruebas sólidas que apuntan a los beneficios de la actividad física y el juego para el desarrollo y el bienestar cognitivo y psicosocial de los niños y niñas. Datos provenientes de los ámbitos de la neuropsicología y la psicofarmacología revelan que se producen cambios inequívocos en el cerebro como resultado del juego, y que éste influye tanto en el comportamiento social como en la capacidad de aprendizaje (Hughes, 1999).
El vínculo entre los ambientes habitados deficientes y el desarrollo infantil deficiente es particularmente evidente en los contextos de crisis, donde las personas en edad de infancia a menudo viven a largo plazo en campamentos que carecen de equipamientos educativos y de juego. Los asentamientos informales se caracterizan por una baja calidad estructural de las viviendas y por la falta de servicios básicos. Los hogares pobres frecuentemente construyen sus viviendas con materiales de construcción reciclados que suelen ser endebles (Elorduy, 2017), y dichas viviendas pueden carecer de luz natural, ventilación, propiedades térmicas o privacidad, además de contar con espacios interiores y exteriores inadecuados.
Ciertos estudios sugieren que la sensibilidad de los niños y niñas pequeños/as a los ambientes habitados deficientes puede causar daños físicos y mentales irreversibles (Gordon et al., 2003). Por lo tanto, en contextos en los que las personas en edad de infancia se ven privadas de oportunidades de aprendizaje social, un ambiente construido propicio y seguro puede marcar una diferencia sustancial en la calidad de vida de los niños y niñas. Además, cuando se promueve la presencia de niños y niñas en el ámbito público, la percepción de seguridad tiende a aumentar, atrayendo así a la gente y mejorando las oportunidades de interacción social (Bartlett, 1999).
Sin embargo, los y las profesionales del ambiente construido muchas veces no consideran el posible impacto que los espacios diseñados y construidos por ellos y ellas tienen en el bienestar de los niños y niñas. A menudo existe la suposición implícita (y errónea) de que “una mejora en las condiciones de una comunidad en general afecta a los niños y a las niñas de la misma manera que a todos/as los demás” (Bartlett, 1999).
Reconocer el importante papel que desempeña el ambiente construido en el bienestar infantil ha motivado a varios actores a desarrollar intervenciones de construcción sensibles a las personas menores de edad. En el marco de este conjunto de intervenciones, la presente guía práctica propone el codiseño con niñas y niños como un enfoque útil y la sección siguiente presentará algunos de sus beneficios. Los dos conceptos siguientes, desarrollados por UNICEF, promueven aún más la idea de mejorar el bienestar infantil por medio de entornos físicos planificados y diseñados más óptimamente para niños y niñas en los entornos urbanos y en los contextos de emergencia. Se trata de Ciudades Amigas de la Infancia y Espacios Amigos de la Infancia.
La Iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF (CAI) promueve que las personas en edad de infancia y adolescencia, incluyendo quienes estén más excluidos/as, se beneficien del desarrollo y la implementación de políticas inclusivas, no discriminatorias y que sean sensibles a los niños y niñas a nivel local. Mediante una participación significativa, inclusiva y frecuente de niños y niñas en los procesos locales de toma de decisiones en los entornos urbanos, las personas en edad de infancia y adolescentes tendrán acceso a servicios sociales esenciales de calidad, vivirán en un entorno seguro y limpio y tendrán la oportunidad de disfrutar de la vida familiar, el juego y el esparcimiento.
Se pueden consultar ejemplos inspiradores en la plataforma de la Iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF.
Los Espacios Amigos de la infancia (EAI) son una forma de infraestructura social para niños y niñas utilizada por las agencias humanitarias con el fin de aumentar el acceso de los niños y niñas a entornos seguros y promover su bienestar psicosocial. Los EAI buscan ofrecer un lugar seguro donde los niños y niñas puedan reunirse para jugar, relajarse, expresarse, sentirse apoyados/as y aprender habilidades para enfrentar los desafíos que viven (Severijnen and Steinbock, 2018). En situaciones de emergencia, como los conflictos y los desastres naturales, los EAI se han convertido en una respuesta generalizada a los desafíos que enfrentan las personas menores de edad.
Los EAI tienen un impacto positivo en los niños y niñas afectados por el desplazamiento, pero no siempre se implantan mediante procesos participativos que involucran a éstos y éstas. Por lo tanto, se pierden los beneficios para el bienestar de involucrar a las personas menores de edad en los procesos de codiseño.
Puede consultarse una exposición más detallada sobre el bienestar infantil y el ambiente construido en el Informe temático de DeCID: Child Development and Participation in Urban Displacement [Desarrollo y participación infantil en contextos de desplazamiento urbano].