Tomarse el tiempo para preparar las actividades participativas puede hacer frente a algunos de los desafíos clave que plantea el proceso. La preparación incluye la selección de las herramientas, el tiempo que dedican los facilitadores o facilitadoras a desarrollar relaciones de confianza con las y los menores, entender la diversidad de las personas menores de edad, y el desarrollo de actividades acordes. Lo anterior tiene en cuenta que las experiencias y respuestas al desplazamiento por parte de los niños y niñas pueden variar.
Las rutinas y responsabilidades, tanto de los niños y niñas como de sus cuidadores/ as, han de tenerse en cuenta al planificar el horario de las actividades. Por ejemplo, es posible que ciertos grupos no puedan participar algunos días o en determinados momentos debido a la escolaridad, el trabajo, las responsabilidades de cuidado de menores, o sus prácticas religiosas. Del mismo modo, si el objetivo de la actividad es observar cómo usan un espacio los y las participantes, los días festivos o la hora del día son cosas que pueden influir en los resultados.
Durante la preparación, asegúrese de que el tiempo asignado a las actividades no sea demasiado ajustado, sino que permita ser flexibles e incorporar el juego no estructurado, ya que esto puede dar lugar a valiosos insumos de forma inesperada. Preparar una caja con varias herramientas para que los niños y niños se involucren puede propiciarlo: pegatinas, títeres, bloques de construcción, pelotas blandas, etc.
Para organizar reuniones comunitarias, la coordinación con socios y actores a nivel local es esencial para garantizar la inclusión y una comunicación transparente. Es fundamental tomarse el tiempo para preparar las actividades comunitarias. Se trata de decidir sobre:
- el número de participantes, p. ej. grupos pequeños o grandes;
- el perfil de los y las participantes, p. ej. edad, género, nacionalidad, raza / origen étnico, etc. (garantizando una representación equitativa);
- la estrategia de divulgación, p. ej. puerta a puerta, usando la base de datos existente, etc.;
- la ubicación de la actividad;
- la línea de tiempo;
- la selección de facilitadores o facilitadoras; y
- las herramientas a utilizar en función de los objetivos de la intervención y de los y las participantes.
La elección de dónde realizar las actividades de diseño participativo con los y las menores es muy importante para garantizar que se sientan a gusto a la hora de hablar y compartir sus opiniones. La ubicación debe ser familiar, accesible, adaptada a los niños y niñas, segura, acogedora y contar con los servicios necesarios (agua, aseos). Posibles ejemplos son su salón de clases, el patio de su escuela, un club social, un espacio público, un centro comunitario y, en la medida de lo posible, el propio lugar de la intervención. La seguridad de los niños es de suma importancia y alguien conocido por los y las menores debe formar parte del proceso.
Para garantizar la seguridad de los niños y niñas en las actividades que implican que estén presentes en el sitio, los y las menores deben estar dotados de equipo de alta visibilidad y el facilitador debe realizar una sesión de inducción con antelación, que contenga información sobre el código de conducta mientras estén en el sitio.