Seleccionar facilitadores/as de la mano con los socios locales es un paso clave en la preparación de las actividades. Los facilitadores y facilitadoras de las actividades participativas juegan un papel importante en el trabajo directo con menores, y pueden realzar el proceso participativo y su grado de éxito. Deben poseer conocimientos y experiencia de trabajar con niños y niñas, en especial los más vulnerables, empleando herramientas participativas. Los facilitadores/as deben tener una comprensión de las diversas experiencias de las personas menores de edad antes y después del desplazamiento forzado, de su contexto local y de sus roles. Deben contar con la capacitación adecuada, haber recibido apoyo para garantizar la participación efectiva de las personas menores de edad y haber pasado las verificaciones adecuadas, en cumplimiento de las regulaciones locales (por ejemplo: verificación del Disclosure and Barring Service [servicio de divulgación y restricción] en el Reino Unido).
Una buena facilitación es clave para garantizar el éxito de los procesos de diseño que incluyen a menores, y los facilitadores/as deben contar con características específicas para garantizar que los niños y niñas se sientan seguros/as, a gusto, respetados/as y escuchados/as durante todo el proceso. Cada facilitador o facilitadora debe:
- ser buen comunicador/a y oyente y al mismo tiempo estar atento/a a las señales no verbales de los y las menores;
- tener una actitud positiva;
- ser respetuoso/a, no menospreciar sino tratar las voces de las personas menores de edad como equivalentes a las de los adultos;
- ser amable;
- ser atento/a;
- ser sensato/a;
- serflexible;
- ser paciente;
- ser curioso/a;
- ser honesto/a y auténtico/a;
- no hacer juicios de valor;
- disfrutar el trabajo con niños y niñas, y mostrar interés en lo que éstos y éstas tienen que decir;
- ser capaz de manejar el grupo y asegurarse de que se escuchen las voces de todas las personas menores de edad;
- hablar el mismo idioma que los y las participantes.
Tener un facilitador o facilitadora a quien los niños y niñas ya conozcan, y en quien confíen, por ejemplo, su maestra o maestro, puede ayudar a que se sientan a gusto. Un facilitador o facilitadora externo/a, por otro lado, puede aportar nuevos enfoques que hagan que la experiencia sea emocionante. Se propician las colaboraciones entre maestros/as y facilitadores/as externos/as, pues amplían el proceso y las metodologías de ambos grupos de profesionales. Por ejemplo, el facilitador o facilitadora externo/a logrará una comprensión interna de los matices socioculturales dentro del aula, lo cual puede enriquecer el proceso de investigación y diseño; mientras que los maestros o maestras adquirirán conocimientos sobre el proceso participativo y podrán adoptar dicho enfoque en actividades futuras. Involucrar a los cuidadores/as de los y las menores en calidad de facilitadores/as puede ofrecer beneficios similares a la comunidad. Sin embargo, pueden producirse situaciones en las que la participación de los niños y niñas se vea limitada por la presencia de sus cuidadores/as.
Los y las menores pueden experimentar eventos de angustia extrema antes, durante y después del desplazamiento forzado, los cuales pueden tener efectos duraderos. Dichos eventos pueden resultar en la discapacidad física o en el deterioro de la salud física, la pérdida cultural y social, o en el sufrimiento psicológico, tales como el trastorno de estrés postraumático, la depresión y la ansiedad. Cuando se trabaja con niños y niñas en condiciones extremas, la presencia de una trabajadora o trabajador social, o de una psicóloga o psicólogo infantil puede ofrecer apoyo adicional al facilitador o facilitadora, quien tal vez carezca de esa experiencia especializada. Véase el manual de Plan International ”Supporting children who have gone through difficult experiences” [Apoyar a los niños y niñas que han pasado por experiencias difíciles] para obtener más orientación.