NIÑOS Y NIÑAS CON DISCAPACIDAD

El “Informe mundial sobre la discapacidad” describe la discapacidad como “compleja, dinámica, multidimensional y objeto de discrepancia” (OMS y Banco Mundial, 2011, pág. 3), lo cual sugiere que no existe una definición única de las personas o niños/niñas con discapacidad. La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), en su artículo 1, establece lo siguiente:

“Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.

Los datos sobre las personas con discapacidad son muy escasos y varían mucho en función de las distintas dimensiones de la discapacidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 15,3% de la población mundial, cifra que incluye 93 millones de niños y niñas menores de 14 años, tienen discapacidades moderadas o graves (OMS y Banco Mundial, 2011).

Más de 10 millones de personas desplazadas padecen alguna forma de discapacidad (ACNUR, 2019). Teniendo en cuenta que la mitad de la población estimada de desplazados/as es menor de edad (UNICEF, 2016), se puede razonar que los niños y niñas desplazados/as con discapacidad constituyen un grupo considerable de personas.

Los entornos de desplazamiento tienen más probabilidades de aumentar los factores de riesgo y, por lo tanto, son más “incapacitantes”. Como lo subraya la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), es de hecho la falta de adaptación y de asistencia lo que convierte una deficiencia en una discapacidad (UNESCO, 2019). A pesar de estar entre los grupos más marginados, las personas menores de edad y las/los jóvenes con discapacidad que viven en las comunidades afectadas por la crisis o por el conflicto suelen quedar por fuera del apoyo humanitario (UNICEF, 2017).

Los agentes humanitarios por lo general no abordan las necesidades de los niños y niñas con discapacidad por los siguientes motivos:

  • El abordaje de niños, niñas y adolescentes suele realizarse a través de escuelas, espacios temporales de aprendizaje y espacios adaptados a los niños y niñas, de los cuales pueden quedar por fuera las personas con discapacidad;
  • Las y los menores con discapacidad pueden estar aislado/as y oculto/as en sus comunidades debido a la estigmatización, lo cual impide el acceso del niño o de la niña a la asistencia humanitaria;
  • La falta de conocimiento y los supuestos de que los niños y niñas con discapacidades precisan de una programación específica pueden reducir las oportunidades de inclusión.

Aunque las investigaciones sobre la discapacidad en las comunidades afectadas por la crisis son escasas, ciertos ejemplos de buenas prácticas demuestran que sí se pueden diseñar estrategias adecuadas para mejorar la inclusión si se obtienen datos de alta calidad. Esto también se aplica al diseño de intervenciones de construcción incluyentes.

La inclusión comprende la instauración de una serie de medidas para garantizar la eliminación de las barreras que impiden que las personas con discapacidad accedan a los servicios y participen en la sociedad. El informe de ACNUR: “Trabajando con personas con discapacidad en desplazamiento forzado” es claro al respecto:

“Las barreras pueden estar relacionadas con la política y la ley, el entorno físico, la comunicación y las creencias sociales y culturales. Las barreras pueden manifestarse en los marcos y normativa legal; políticas institucionales, procedimientos operativos estándar y presupuestos; y en actitudes y comportamientos. […] es responsabilidad de los proveedores diseñar servicios que puedan ser utilizados por todas las personas, en la mayor medida posible y; cuando las personas con discapacidad no tengan acceso o participen en actividades dirigidas a toda la población; se deberá realizar cambios en la programación para crear las mismas oportunidades para las personas con discapacidad de participar y beneficiarse de estas actividades” (ACNUR, 2019, p. 9).

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