Niñas y niños afectados por el desplazamiento
Se entiende por niñas y niños afectados por el desplazamiento tanto a personas menores de edad que han sido desplazadas como a las de las comunidades de acogida, quienes también viven los efectos (aunque de manera distinta) del desplazamiento. Si bien en esta guía práctica a veces es necesario clasificar a las personas en edad de infancia y demás residentes como desplazados/refugiados o anfitriones, en la práctica los autores abogan por trabajar con todos los potenciales usuarios/as de las intervenciones de construcción. Su diversidad se basa en muchas dimensiones, entre las cuales el desplazamiento es apenas una más.
A veces, los términos “desplazados” y “anfitriones” se emplean para distinguir entre quienes se vieron obligadas/os a trasladarse y los demás residentes. Sin embargo, los autores consideran que todos y todas quienes habitan ciertas áreas viven directa o indirectamente los efectos del desplazamiento. Nuestro trabajo busca involucrar a una diversidad de personas, para fomentar la cohesión social y reconocer que los distintos individuos pueden tener diferentes derechos que pueden afectar la forma en que se benefician de las intervenciones de construcción. Las implicaciones de dichas distinciones no pueden asumirse mediante categorías definidas de forma externa. Han de considerarse junto con otras dimensiones que afectan la diversidad de niñas y niños, por ejemplo, en cuanto a género, edad, clase, vivencias de violencia, entre otras.
Esta guía práctica adopta la definición de la Convención sobre los Derechos del Niño ( artículo 1), según la cual una niña o un niño es cualquier persona menor de 18 años. Sin embargo, los niños son un grupo muy diverso y sus experiencias del desplazamiento también pueden ser muy variadas. En la introducción, se presentaron algunas de las dimensiones que dan cuenta de la diversidad en las personas menores de edad. Estas dimensiones se entrecruzan para producir experiencias únicas y, por lo tanto, los profesionales deben idear procesos de diseño participativo que tengan en cuenta lo anterior. La presente guía práctica no detalla cómo trabajar con todas dichas dimensiones. Más bien, se centra en aportar una visión general del potencial de todo el proceso de codiseño de las intervenciones de construcción. No obstante, proporciona enlaces a recursos de alta calidad que contienen orientaciones detalladas para trabajar con distintos grupos de edad, géneros, habilidades, etc.
El tema de la edad exige una atención especial, ya que en los primeros 18 años de una persona se producen múltiples transformaciones de orden radical. Las necesidades biológicas y no biológicas, el sentido de la identidad, las aspiraciones y los modos de expresión varían mucho entre adolescentes y niñas o niños más pequeñas/os, por ejemplo. Las clasificaciones, el sentido social y aquello que se les permite a determinadas edades dependen de muchos otros factores del contexto que se entrecruzan, tales como la cultura, el género, la clase, etc. El lenguaje de las clasificaciones de edad a menudo tiene vinculación con sistemas educativos y culturales específicos (por ejemplo, bebé, niña o niño pequeña/o, preescolar, estudiante de primaria, adolescente). Además, las etiquetas como las de adolescente o joven también pueden incluir a los mayores de 18 años (por ejemplo, la definición estadística de la ONU para “adolescentes” incluye a los de 10 a 19 años, y a los de 15 a 24 años para “jóvenes”).
Esto implica que, si bien esta guía práctica, y los recursos a los que se vincula, indican una edad adecuada para algunas de las herramientas que se exponen, la participación de los docentes y cuidadores/as a nivel local resulta fundamental para planificar actividades en las que participen niños y niñas. Por lo tanto, aunque ciertas clasificaciones de edad para las y los menores sean más comúnmente aceptadas, en esta guía práctica preferimos no adoptar ninguna en específico, y en su lugar destacamos la relevancia de la edad en las intervenciones con niñas y niños.
Por último, las niñas merecen una atención especial porque, en muchos contextos de marginación urbana, el acceso de las mujeres al espacio público se ve aún más limitado por las normas sociales, la percepción o realidad en torno a problemas de seguridad, entre otros factores. Más adelante, esclarecemos las complejidades específicas que enfrentan las adolescentes. Una perspectiva de género sólida resulta fundamental a la hora de planificar las intervenciones de construcción codiseñadas y puede mejorar el bienestar tanto de las niñas como de los niños.
Codiseño y Diseño participativo
Esta guía práctica reconoce los orígenes distintos de los términos Diseño participativo (DP) y Codiseño, al igual que los debates académicos que frecuentemente consideran que el diseño participativo es una forma de participación más profunda y más elevada que el codiseño. En el presente caso, empleamos los términos de forma indistinta. En esta guía práctica, el Diseño participativo y el Codiseño hacen referencia a una familia de prácticas en las que se involucra plenamente a los futuros usuarios/as y demás partes interesadas en el proceso de diseño.
Simonsen y Robertson (2013, p. 2) ofrecen una definición de trabajo útil: “un proceso de investigación, comprensión, reflexión, definición, desarrollo y apoyo del aprendizaje mutuo entre múltiples participantes que realizan una ‘reflexión en acción’ colectiva. Los y las participantes suelen asumir los dos roles principales: usuarios/as y diseñadores/as, donde los diseñadores/as se esfuerzan por conocer las realidades de la situación de los usuarios/as, mientras que los usuarios/as se esfuerzan por plantear los objetivos que desean y por aprender los medios tecnológicos adecuados para su obtención”.
El codiseño puede entenderse e implementarse como una herramienta para desarrollar las capacidades humanas en el ámbito local. Contribuye a la sostenibilidad del producto final, dado que no dependerá de insumos externos una vez que el proceso participativo haya culminado con éxito. El nivel de participación depende de las características del proyecto. Podría tratarse de un diseño impulsado por la comunidad que implique un mínimo de aportes externos, donde cada fase es auto-gestionada por la comunidad; o podría suponer una participación más estructurada en el marco de un proyecto con un alcance preestablecido y una mayor dependencia de profesionales externos.
En esta guía práctica, “Diseño” significa todo el proceso de creación de una intervención de construcción, comenzando por una idea y culminando con la intervención de construcción. Esto incluye la implementación de una intervención de construcción, pues durante la construcción también se puede elegir entre posibilidades de diseño. Esta comprensión dista de otros enfoques que limitan el diseño al dibujo de una intervención. Ilustramos los distintos pasos que implica esta comprensión ampliada del proceso de diseño.
Intervenciones de construcción codiseñadas
Esta guía práctica emplea el término intervención en vez de “proyecto”, ya que este último se considera demasiado estrecho y formal en este contexto. La intervención también hace referencia a procesos de codiseño menos estructurados o de más largo plazo que no necesariamente se plantean como proyectos.
Se hace referencia a intervenciones de construcción porque el enfoque principal está en las intervenciones en el espacio con un componente de construcción, aunque sea pequeño. Destacan entre los ejemplos los espacios amigables para niños y niñas, las escuelas, los parques infantiles y otras intervenciones en los espacios públicos urbanos para hacer que las ciudades sean más amigables para las niñas y los niños. Sin embargo, muchos elementos de la presente guía práctica también pueden servir de insumo para intervenciones que no cuentan con un aspecto de construcción.
Un supuesto clave en el que se fundamenta este documento es que los niños y niñas deberían poder jugar en todas partes. La guía práctica defiende la importancia de contar con ciudades donde las niñas y los niños se sientan seguras/os y bienvenidas/os. Afirma que incluso las intervenciones pequeñas pueden promover un cambio en las actitudes y desarrollar la conciencia entre las partes interesadas sobre la importancia de que las ciudades sean más amigables hacia las personas en edad de infancia. A veces, las intervenciones tienen que ver con los espacios existentes, haciendo que funcionen mejor para las y los menores, y pueden ser tan sencillas como eliminar los obstáculos para poder jugar.
Más allá del lugar de la intervención en sí, es importante pensar en los caminos que toman los niños para movilizarse entre lugares. ¿Son seguros tanto para niñas como para niños? ¿Promueven la autonomía? (Por ejemplo, ¿pueden las niñas y los niños caminar de manera segura a la escuela?)