Puntos clave:
- Las actividades con personas menores de edad y su comunidad que se organizan con actores a nivel local pueden activar un espacio y fomentar el sentido de propiedad.
- La plena propiedad de un espacio por parte de las personas menores de edad y las comunidades en las que se insertan contribuye a la sostenibilidad a largo plazo.
Algunas intervenciones de construcción están diseñadas para adaptarse a usuarios/ as y actividades específicos (por ejemplo, estudiantes que usan un edificio escolar), mientras que otras están diseñadas para múltiples usuarios (por ejemplo, residentes que usan un parque público). Cuando finaliza la construcción, puede que los socios del proyecto deseen organizar actividades estratégicas para fomentar el uso del espacio y entregar simbólicamente el control a sus usuarios/as. Lo anterior cobra más importancia cuando la intervención de construcción busca cambiar o mejorar el uso o la función de un espacio.
Por ejemplo, CatalyticAction implementó una serie de intervenciones en parques públicos en todo el Líbano, alentando a las personas a usar más los parques. El impacto de las nuevas instalaciones para las personas menores de edad (como el equipamiento de área juegos) se incrementó a través de eventos en que se presentaron los nuevos espacios a los niños, niñas y a sus familias. Cuando se diseñan con los y las menores y la comunidad, estos eventos pueden exponer a los residentes a una amplia gama de usos del espacio y construir relaciones sociales a su alrededor. Esto puede tener un impacto significativo en la sostenibilidad a largo plazo de la intervención de construcción.
El uso de un parque infantil por parte de los niños y niñas puede ser autónomo y no planificado. Sin embargo, las sesiones deportivas y educativas estructuradas ocasionales pueden ayudar a desarrollar relaciones entre distintos grupos de menores de edad, por ejemplo, entre los niños y niñas desplazados/as y los de acogida, que de otra manera podrían haber jugado por separado.
A menudo, la comunidad tiene ideas claras sobre cómo utilizar un espacio. Cuando la comunidad local asume la plena responsabilidad de la activación y programación de un espacio, se reduce la dependencia de insumos externos (fondos, habilidades, conocimientos).
Es posible que el diseñador o diseñadora, la organización y otros actores (incluida la comunidad) no sean capaces de visualizar todas las formas en que se puede utilizar
el espacio. Además, las necesidades de la comunidad que codiseñó la intervención pueden cambiar. Incluso la propia comunidad puede cambiar, especialmente en contextos de desplazamiento. Por tanto, el espacio debe ser adaptable a diferentes usos, para permitir que las persones en edad de infancia y su comunidad sigan apropiándose del mismo. Esto significa que el proceso de codiseño debería desarrollar la capacidad de aquellos a quienes se ha confiado la gestión del espacio para continuar con un codiseño y un enfoque abierto de gestión y mantenimiento. Los usos inesperados y no planificados de los espacios construidos son señales positivas de la apropiación y del desarrollo de un sentido de propiedad por parte de la comunidad local. Los usos no planificados pueden convertirse en una preocupación solo cuando van en contra de la función pública de un espacio, por ejemplo, si un patio de recreo público está ocupado por una familia para su uso privado, excluyendo a otros residentes.
Involucrar a la comunidad desde el comienzo de un proyecto es una forma eficaz de generar un sentido de pertenencia hacia éste y garantizar su sostenibilidad. Cuando la comunidad se apropia plenamente de un proyecto, la misma participa en la planificación del uso del espacio, su activación y programación, adaptándolo a sus necesidades específicas y contribuyendo a su mantenimiento. Desde el inicio de un proyecto, es importante discutir con todas las partes interesadas y aclarar quién va a gestionar el espacio después de la construcción. Dependiendo del contexto y el tipo de intervención, pueden estar involucrados diferentes actores. Por ejemplo, puede ser la ONG o la administración local la que gestiona la escuela, el parque infantil, el espacio apto para niños y niñas, etc. Cuando se trata de espacios públicos, la gestión continua se vuelve más compleja.
En la mayoría de los países, los espacios públicos son responsabilidad de los gobiernos locales y la comunidad que vive a su alrededor. Las administraciones locales y los gobiernos tienen la competencia de crear y gestionar espacios públicos mediante el trabajo con las comunidades, el sector privado y grupos marginados como los refugiados/as. Esto equilibra los intereses contrapuestos en la búsqueda del bien común. En el caso de intervenciones codiseñadas con niños y niñas, los gobiernos locales deben garantizar que su gestión ubique a todas las personas menores de edad en primer lugar, asegurando la inclusión y la accesibilidad, además de evitar que los intereses privados invadan el espacio público.
El mantenimiento del lugar es crucial cuando se trata de espacios públicos. Se deben proporcionar los recursos adecuados para su operación y mantenimiento a fin de garantizar la sostenibilidad a largo plazo. La colaboración entre el gobierno local, las comunidades y, cuando sea apropiado, el sector privado juega un papel crucial. Los gobiernos locales y otros actores que gestionan espacios públicos codiseñados deben encontrar el equilibrio adecuado entre regulación y desregulación. Se debe prestar especial atención a las reglas sobre los usos de los espacios públicos para evitar impactos negativos en los niños y niñas más marginados/as.
Por ejemplo, en muchas ciudades de Oriente Medio los parques públicos están cercados y administrados por guardias (a menudo contratados por el municipio local). Involucrar a los guardias desde las primeras etapas del proyecto sería clave para garantizar que los espacios intervenidos sean inclusivos y accesibles, es decir, que todas las personas menores de edad puedan acceder al parque sin discriminación.