Es importante involucrar a los usuarios/as porque:
- Conocen mejor el lugar donde viven
Las comunidades existen dentro de un contexto específico y construyen su cotidianidad en consecuencia, convirtiéndolas en expertos del ambiente construido que habitan y al que dan forma.
- Éstas son depositarias de historias no escritas
Las historias de los residentes de la localidad pueden ofrecer información valiosa sobre la historia de un lugar y sus transformaciones sociales y físicas.
- Ellas y ellos ya han desarrollado ideas de las que se puede aprender
Las comunidades ya habrán desarrollado habilidades específicas para hacer frente a los desafíos que les presenta su contexto. Cualquier proyecto puede aprender de los mecanismos de respuesta que ya estén presentes.
- La percepción de los espacios construidos es subjetiva
Las personas experimentan el espacio de manera distinta. No existe una idea de diseño universal que funcione para todos y todas. Muchos factores, como la cultura o la religión, contribuyen a la forma en que se viven los espacios. Por tal motivo, al diseñar los espacios construidos, cualquier elección que tenga que ver con los espacios debe discutirse con los usuarios/as finales.
Al diseñar espacios con niños y niñas, la participación de los usuarios/as también debe extenderse a los niños y niñas. Las personas menores de edad experimentan el espacio de manera distinta a los adultos, por lo que las elecciones de diseño para éstas no pueden basarse únicamente en los aportes de las personas adultas. Las personas menores de edad deben considerarse protagonistas y titulares de derechos, como poderosas co-creadoras de conocimiento y como expertas de sus propias vidas. La participación de niños y niñas proporciona a los investigadores y a los profesionales un conocimiento singular sobre las vivencias de los y las menores. Los niños y niñas pequeños/as también pueden incorporarse a actividades participativas junto con sus cuidadores/as.
Los diseñadores/as deben tratar de aplicar su conocimiento espacial diseñando desde el punto de vista de los niños y niñas. La Fundación Bernard van Leer aboga por este enfoque en su proyecto ‘Urban95’. Los cuidadores/as pueden contribuir al aporte de las y los menores al proceso de diseño, ya que desempeñan un papel importante en sus vidas.
Formar comités de residentes, si aun no los hay, ayuda a los facilitadores/as a incluir diversos elementos de la comunidad. Los comités pueden estar formados por niños y niñas, jóvenes y adultos que ponen a disposición parte de su tiempo como voluntarios para hacer mejoras en el vecindario. Los y las integrantes del comité podrían contar con integrantes motivados/as de grupos locales, representantes del municipio y otros actores clave de distintas nacionalidades, géneros, religiones y niveles educativos.
La siguiente lista presenta algunas de las herramientas participativas que permiten comprender las necesidades de los usuarios y usuarias en relación con el ambiente construido.